Capitulo 20 El lobo

 El lobo sintió un ruido y paro de jugar, estiró sus orejas buscando el origen del sonido. Su compañera de juegos lo imitó, de pronto sintieron como todos los animales a su alrededor también pararon lo que estaban haciendo.

Según su corta experiencia esto sólo significaba una cosa, un humano se acercaba. Todos los animales del bosque aprendían desde pequeños esa costumbre, la especie más peligrosa, la más dañina, la que todos temían, era el hombre.

Volvieron a escuchar el sonido, eran pasos, y efectivamente, pudieron ver como una persona se acercaba. Todos corrieron a esconderse como pudieron, un pájaro carpintero se metió en su hueco del árbol, la liebre recogió su cría y entró a su cueva, el murciélago, que se había despertado, quedo mas inmovil que nunca, esperando que no lo vieran. Un alce, que corria buscando abrigo, casi choca con ellos. 

Busco a su amiga con la mirada y se refugiaron bajo una rama. Sintieron un zumbido y una flecha corto el aire, pasando cerca de ellos, casi rozandolos.

Se oyó un lamentó y un sonido seco. Cuando miraron en esa dirección vieron la triste escena, un venado, joven, yacía sobre el suelo agonizando, De un costado le manaba abundante sangre. La pareja de lobos lo observaba con tristeza. 

Al ver acercarse al cazador, le gritaron que lo ayudará, pero sólo miro buscando el sonido sin preocupacion. Entonces ambos lobos le gritaron amenazantes, pero ni se inmutó.

Otro cazador salió de la nada, ambos se pusieron en posición defensiva y hablaron entre ellos. Los jóvenes lobos no entendieron nada, comprendieron que ni ellos entendian a los humanos, ni los humanos a ellos.

Vieron como el más joven de los cazadores se acercó, enterró un cuchillo en el pecho del animal terminando su sufrimiento. Con gran esfuerzo levanto al animal y cargo con el, dejando sólo una mancha roja como recuerdo de lo que una vez fue un ser vivo, como una señal amenazadora de lo que le sucedería al que no lograra refugiarse a tiempo al cruzarse con el hombre.

En su camino de regreso con su manada, los lobos iban callados, un perro que se cruzó con ellos, los vio impresionados y les comento que eso era normal, que el humano no es como ellos, que sólo cazan por hambre. Los humanos cazan por deporte, explicó.

Al llegar a su hogar buscaron al anciano, preguntándole porque la vida era así, porque no podían pedirle ayuda a las personas, porque no los entendían.

El lobo anciano les pidió que se sentarán junto a él y les dijo:

Hace muchos años, cuando el hombre todavía no había evolucionado, se comunicaba con los animales y se entendían como lo hacen todos hoy, pero un día inventaron las armas. Las usaron no sólo para saciar su hambre, también las usaron como deporte, mataban animales por diversión, incluso se mataban entre ellos.

Esto no le gustó a Dios, quería proteger a los animales, como castigo, condenó a los humanos a no poder pedir ayuda a los animales y que estos tampoco le pudieran avisar del peligro. Desde ese día, los animales y las personas hablan un idioma diferente y no se entienden.



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