Capítulo 100 El pacto
Yosbel siempre estuvo avergonzado de su padre. Llevaba años sin ir a visitarlo. Nunca había visto un demonio y por supuesto no creía en ellos, ni fantasmas, ni posesiones, un ateo inconverso.
Su padre vivía en una pequeña casa, apartada y desvencijada, lugar de glorias pasadas, como él. Vivía contando historias de grandes batallas contra demonios y fantasmas, de sus exorcismos famosos. Contaba como nunca había sido derrotado.
La gente del pueblo le tenía cariño al viejo, se sentaban a oír sus historias y relatos. Pero por mucho cariño, era el ermitaño loco del pueblo.
Yosbel no sólo se avergonzada, también lo odiaba. Nunca le había explicado bien la historia de cómo había muerto su madre cuando era pequeño y sabía que algo le ocultaba. Siempre cambiaba de tema, y para el, eso era suficiente prueba para creer que era culpable.
Caminando por la calle se cruzó con Andrés, uno de los pocos amigos de su padre y quien siempre iba a visitarlo.
- Hola muchacho, tiempo sin verte. - le dijo Andrés.
- Hola. - respondió secamente.
- Hace tiempo que no vas por el pueblo a ver a tu padre, está muy anciano ya. Los años no pasan por gusto y puede que no vuelvas a verlo.
- ¿Para qué?. ¿Para oír sus historias inventadas?. Y tener que soportar su cara de culpa por la muerte de mi madre, no, gracias.- dijo mientras intentaba seguir su camino.
Andrés lo tomó del brazo diciéndole.- Ven, te invito a un café y si quieres te cuento como murió tu madre, la más grande batalla de tu padre.
- ¿Tu también me vas a mentir?. - le preguntó.
- Te propongo un trato. Escucha la historia completa y despues tu decides si es verdad o mentira.
Yosbel aceptó sin muchas ganas.
Entraron juntos a un café, se sentaron, y mientras esperaban la orden, Andrés se dispuso a contar la historia:
-Hace muchos años, cuando tu aún no caminabas. Tu padre llegó a casa justo a tiempo para ver como un demonio degollada a tu madre y se lanzaba sobre tu cuna. Tu padre no perdió tiempo y se abalanzó sobre el, dominandolo. El demonio le dijo que lo matara, pero tu padre lo solto pidiendole que lo llevara ante su jefe.
Ya una vez ante Samael, este le dijo:
- ¿A qué vienes?, ¿A desafiarme?.
- No.- respondió tu padre.- vengo a proponerle un trato.
- Tienes mucho valor.- dijo Samael, riéndose.- ¿Qué me ofreces?.
- No se quien ganaría entre nosotros, pero nunca he perdido contra tus demonios. Te ofrezco enterrar mi espada si prometes dejar en paz a mi hijo.
Samael, después de pensar un poco, respondió.
- Reconozco que es un trato justo, está bien, tienes mi palabra.
Andrés se tomó despacio su café, y retomó la palabra.
- Y está es la historia, hijo, de porqué tu padre, a pesar de nunca haber perdido una batalla, no pudo salvar a tu madre. Aquí tienes la explicacion de porqué nunca haz visto un demonio.
Cuando levantó la cabeza pudo ver el café de Yosbel entero en el vaso y como se alejaba corriendo con lágrimas en los ojos en busca de su padre.
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