Capítulo 102 ETS
Llevaba varios días sintiéndose mal. Le dolía el cuerpo y tenia algo de fiebre. También descubrió esa mañana unos granos en sus partes íntimas. No le dijo nada a su esposa para no alarmarla y decidió ir al médico.
Ya en la consulta, el doctor ordenó un chequeo completo, y le pidió esperar los resultados.
Después de varias horas de espera, la enfermera lo mandó pasar a la consulta. Entró sin sospechar que su vida daría un giro de 180 grados.
- Pase, tome asiento.- dijo el doctor.
- ¿Ya saben que tengo?.- pregunto intrigado.
- Si, aquí tengo los resultados. Tiene usted una ETS.
- ¿Que es eso médico, es grave?.- dijo algo preocupado.
- Una enfermedad de transmisión sexual. - explico.- debe usted traer a su esposa a mi consulta, junto con todas sus ultimas parejas. Deben atenderse todos a tiempo.
- Pero....., yo llevo casi 20 años casados. No he estado con otra mujer. ¿No puede haber un error?. Otra explicación.- dijo pensativo.
- No, estas pruebas se repiten en estos casos para estar seguro antes de dar la noticia. Si usted dice la verdad, entonces quien tiene otra pareja es su esposa. No deje de traerla, debe tratarse a tiempo.
Abandonó la consulta lentamente. Ya no le dolía nada, ahora sentía como si tuviera el peso del mundo encima. ¿Como pudo pasar?. ¿Qué había hecho mal?. Llegó a su casa casi sin darse cuenta, no recordaba haber caminado tanto. Se sentó a pensar que haría, debía empezar otra vez. Con 40 años no es fácil, pensó. ¿Y con quien?. No tenía idea. Poco a poco un diabólico plan cobraba fuerza. Después de maquinarlo todo, entró a la casa. Ya sabía como pagarían, ambos.
Cuando la esposa llegó a la casa se encontró la cena preparada. Su esposo la invitó y se sentaron a comer. Le había preparado el pastel de venado que a ella tanto le gustaba. Comieron, pero el no probó el pastel.
Terminando la cena. Ella preguntó cual era la ocasión.
- Hoy fui al médico, me diagnosticaron una ETS.
- Algo habrás hecho.- dijo ella mirando de soslayo.
- En 20 años nunca te engañado.
Ella iba a protestar, pero una mueca de dolor se le dibujó en la cara, impidiendole hablar.
- ¿Que hicistes?.- Preguntó asustada, cuando pudo articular palabra.
- Te dí un veneneno, estas sintiendo ya su efecto. El antídoto se lo entregué a tu amante. Veremos si tanto te ama y corre a traertelo.
Asustada, corre la esposa al teléfono, aguantando los dolores de estómago. Y regresa enseguida reclamandole:
- No le has dado nada a Pedro, es mentira, dame el antídoto.
- No, no le di nada, no sabía quién era. Ni siquiera tengo antídoto. Pero gracias, ahora sé a quien más tengo que matar.
Y se marchó lentamente en busca de Pedro, dejando a su esposa agonizante, retorcerse de dolor en el piso.
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