Capítulo 109 Isobel
Isobel era mujer hermosa. Realmente hermosa a pesar de haber nacido en el año 1600. Los hombres hacían sus deseos, nadie se le resistía. No por el hecho de su belleza, sino por sus poderes. Era una poderosa bruja. Elizabeth Bathory le había enseñado todo lo que sabía, eso, unido a su linaje, le hacían la mujer más poderosa que existía.
A pesar de sus poderes, y su belleza, no era feliz, ni siquiera su dinero ayudaba. Nunca había conocido el amor. Había tenido los hombres que había querido, Reyes, presidentes, generales. Sólo habían sido amantes, amor real nunca había recibido. Su poder le permitía que las personas ejecutarán su voluntad con sólo un gesto, si miraba a los ojos y te pedía algo, lo hacías, punto. Pero ninguno la había amado por ella, por propia voluntad.
Eso cambio un día. En un teatro, estando en Europa, salió al descanso en el entreacto. El joven, no aparentaba más de 35 años, le pasó por al lado. Ella observó su porte y elegancia, sus maneras. No sólo le llamó la atención su físico, era musculoso y atractivo, también observó una educación y ademanes que hacía años se había perdido. Le recordó los tiempos de las cortes de antiguos Reyes. Lo miró y le ordenó acercarse con la mente. Extrañamente, este hombre no se dio por aludido. Le extrañó sobremanera que se resistiera a sus poderes y pensó en acercarse, hacerlo a la antigua. Cuando hablaron, ya empezaba el segundo acto y ambos se quedaron afuera.
- Hola. ¿Te aburres que no entras a ver la obra?.- dijo ella.
- No.- respondió- Es que ya la he visto.
- Yo también. Pero vuelvo a verla, no me canso de ver las obras de Shakespeare.
- ¿Las conoces todas?.- preguntó el.
- Si, me las conozco todas.
- ¿Te gustaría tomar algo o cenar en alguna otra parte?. Así comentamos sus obras.
Se fueron juntos. Isobel estaba intrigada de que alguien fuera inmune a sus poderes y decidió conocerlo.
Después de varias horas de paseos y cenas, congeniaron tanto que se enamoraron y se comprometieron. Ella pensó que al fin sería feliz, que había conocido el amor, que la querían por ser ella. Aunque fuera por unos años, hasta que el envejeciera y todo terminara inevitablemente.
Una noche ella recostó su cabeza en su pecho y dio un brinco enorme. De pronto comprendió porqué el era inmune a sus hechizos. Sus órdenes iban al corazón de las personas y no sintió un corazón latir dentro de su pecho, nada, silencio absoluto.
- ¿Que pasó, por qué ese susto?.
- No sentí tu corazón.- dijo intrigada.
- ¿No me recuerdas?.- preguntó el.
- ¿Recordarte?.
- Si, la primera vez que nos vimos fué en la coronación de Enrique IV. Estabas hermosa. Nunca te había olvidado. Pero no te había vuelto a ver.
- ¿Eres un brujo también?
- No.- Le respondió el- Soy un vampiro, por eso no oistes un corazón latir. Nací en 1684.
- ¿No te importa?. ¿O si?. No te preocupes, estoy acostumbrado a que se marchen, si lo que quieres es irte.
Su primera reacción fué de asombro, nunca había estado con un vampiro. Pero después se dio cuenta de lo principal, ese hombre la quería de verdad, no por su influjo. Es un vampiro, si, pero podía ser su oportunidad de conocer el amor real y con un hombre inmortal igual que ella. Una sonrisa se dibujó en su rostro mientras decia:
- No te preocupes, no me voy a ninguna parte.
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